jueves, 3 de marzo de 2016

Barroco

Clara Peeters
(Amberes, 1594-c.1657) fue una pintora flaenca especializada en el género del bodegón, en particular como autora de escenas de desayuno y florales en las que objetos preciosos de metal o cerámica se acumulan aparentemente desordenados junto a fores, frutos y piezas de pesca o caza creando un conjunto multicolor.

Artista precoz, su primera obra conocida se fecha en 1607 (Bodegón de galletas, La Haya, galería Hoogsteder) cuando tenía catorce años de edad.
Podría haber contraído matrimonio en Amberes en 1639 y la última de sus pinturas firmadas, actualmente perdida, estaría fechada en 1657. Con todo y a falta de documentación más precisa, el periodo de actividad probable, en el que quedan comprendidas sus obras firmadas, iría de 1607 a 1621.
Meticulosa en el detalle, Peeters incluyó pequeños autorretratos en miniatura en los reflejos de las copas de algunos de sus bodegones.
  
Mesa, 1611, óleo sobre tabla, Madrid,

Titulo de la imágen Clara Peeters - Naturaleza muerta 
Naturaleza muerta (1597)


Las pinturas muestran composiciones con flores, lujosas piezas de platería, variedad de nueces, peces, aves, mariscos y quesos sobre mesas de suntuosos banquetes. Este tipo de pintura no se había visto en Amberes antes del primer cuadro de Clara fechado en 1608.
  
 El Museo Nacional del Prado cuenta con cuatro de sus bodegones, procedentes de la colección real y tres de ellos en 1611.




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Representa a san Juan Bautista.
Josefa de Óbidos.

Dentro del reducido número de pintoras mujeres de la Época Moderna que pasó a la historia del arte universal, se encuentra la artista nacida en España, pero formada en Portugal, Josefa de Óbidos (o de Ayala), maestra de las naturalezas muertas. Su lenguaje estilístico fue el barroco, y representó temas profanos y sagrados a través de una paleta cromática tendiente al rojo, naranjo, blanco, rosado y gris, y un juego de luces mortecinas. Josefa es la gran artista femenina de los claroscuros.
Nacida en 1630, Josefa pasó gran parte de su niñez y adolescencia en Sevilla, uno de los centros culturales más importantes del llamado Siglo de Oro español, donde la arquitectura, la plástica y la literatura tuvieron un desarrollo y recepción sorprendente. Se cree que al alero de ese florecimiento, hacia mediados del siglo XVII, Josefa aprendió a pintar de manera autodidacta, impulsada por su padrino, el pintor sevillano Francisco de Herrera, mientras su familia vivía en Óbidos, Portugal. Sin embargo, su padre, Baltazar Gómez Figueira, también fue pintor, dejando atrás su carrera militar para dedicarse al arte, por lo que hay quienes le adjudican a él el camino artístico perseguido por Josefa.
Ya instalada en Portugal, hacia 1646 ingresa por algún tiempo como novicia en el convento agustino de Santa Ana en Coimbra, espacio donde también desarrolló su oficio de pintora. La Iglesia le encargó un gran número de escenas devocionales para ser ubicadas en los interiores de templos y monasterios de la zona. Además, algunos leitmotifs de sus pinturas proviene del imaginario religioso, como el cordero pascual, que le da el nombre a uno de sus óleos más famosos y enigmáticos,”O cordeiro pascal”: se trata de un corderito muerto sobre un altar de sacrificio, franqueado por un marco encabezado por un ángel y decorado con flores y uvas (lo cual es parte de la influencia española), marco que invita al espectador a observar a la pintura como lo que es: una pintura.

 
Cordero pascual, c. 1660-1670, óleo sobre lienzo, Museo regional, Évora.

Su sello, sin duda, fueron sus exquisitas naturalezas muertas de golosinas, frutas y panecillos (las cuales han sido la alabadas por la crítica actual. mientras que en su época se estimaron más sus cuadros de figura humana y divina), el rostro como de muñeco de muchos de sus personajes, iluminados a veces simplemente por una vela, y el fino detalle naturalista en la representación de tejidos, vestidos, joyas y libros. Algunas de sus obras destacadas son: “O menino Jesus Salvador do mundo”, “Natureza morta com doces e barros”, “Cesta com cerejas, queijos e barros” y “Santa Maria Madalena”.


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Josefa conoció en vida la fama, debido a la cantidad de encargos que recibió, especialmente en la década del setenta, pero también supo lo que era la necesidad. De hecho, a la muerte de su padre pintó con más ahínco, para poder mantener a su madre. También trabajó sus propias tierras, y bautizó a sus vacas con encantadores nombres: Elegante, Belleza y Cereza. Josefa falleció en 1684, siendo la única pintora portuguesa destacada entre los siglos XVII y XVIII.


Bodegón pintado en 1676: dulces, flores, quesos y habas.
Bodegón pintado en 1676: dulces, flores, quesos y habas.

Santa Teresa de Ávila, pintada por Josefa de Óbidos en 1672. Santa Teresa de Ávila, 1672.
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La vendedora de frutas y verduras, 1631, óleo sobre tabla. Museo del Louvre.

Se dice que este cuadro, que muestra dos mujeres, la de la izquierda de clase social elevada y a la derecha una joven vendedora, esconde un mensaje moral en el simbolismo de sus elementos. La manzana que sostiene la dama compradora en una mano representa la fruta del Árbol del conocimiento del Bien y del Mal en el Génesis. El mismo personaje destapa con la otra mano los albaricoques, que simbolizan el sexo femenino. Los albaricoques, las ciruelas y espárragos se relacionan con los placeres de los sentidos. Las uvas y guindas son símbolos de Cristo, las frutillas, primeras frutas de la primavera, representan la Resurrección. También pueden verse cáscaras de manzana enroscadas en la mesa, con algunas moscas, que representan la corrupción. En conjunto, se dice que esta obra plantea al espectador el tema de la elección entre el bien y el mal. Otra pintura representa una escena de mercado similar, con la incorporación de un personaje más.

Louise Moillon
(o Louÿse) (1610-1696), fue una pintora francesa especializada en bodegones.
Una importante pintora dentro del género del bodegón en Francia fue Louise Moillon. Nacida en París, en el año 1610, fue hija de un pintor de paisajes y retratos llamado Nicolas Moillon que se dedicaba también al comercio de cuadros en la feria de Saint-Germain-des-Prés, la cual contaba también con un gremio de pintores donde acudían artistas holandeses. Louise tuvo seis hermanos del mismo padre, quien murió en 1619. Su madre volvió a casarse un año más tarde con un pintor de bodegones y marchante de arte, François Garnier, con quien tuvo tres hijos más.
No se conoce con certeza quién enseñó la técnica pictórica a Louise. Teniendo en cuenta que su padre falleció cuando ella tenía sólo diez años, es probable que su maestro fuese su padrastro, de quien se conocen solamente dos obras firmadas. Al parecer, fue superado ampliamente por su alumna, cuyas obras presentan gran influencia de Jacques Linard en el estilo, la composición y los temas. También se han notado coincidencias entre su pintura y la de René Nourisson. 
La mayor parte de la obra de Louise Moillon está fechada entre 1629 y 1637, con excepción de una obra de 1641 realizada conjuntamente con Pieter van Boekel y Jacques Linard (una pintura de grandes dimensiones con frutas y flores, según mencionara el poeta Georges de Scudéry) y otros trabajos que datan de 1674. La madre de Louise registró un inventario de sus obras en el que figuran veintidós, nueve de ellas inacabadas, como si se tratara de apuntes. En este inventario no figura una de sus pinturas, fechada entre 1629 y 1630. Durante su carrera artística Louise tuvo encargos de importantes miembros de la nobleza. Uno de sus compradores más importantes fue el rey Carlos I de Inglaterra.

Louise contrajo matrimonio en el año 1640 con un comerciante de maderas llamado Etienne Girardot de Chancourt y tuvo tres hijos. Después de esta fecha produjo muy poco. Tras implementarse el Edicto de Nantes, los que practicaban la religión protestante, como era el caso de la familia de Louise, tuvieron serios problemas; uno de los hijos de la pintora tuvo que convertirse al catolicismo y los otros tuvieron que huir a Londres.
Louise murió en París, en el año 1696. Hoy sus pinturas se encuentran en colecciones de varios países, como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, España y Francia. La reina Isabel II de inglaterra posee cuatro pinturas de esta artista en su colección.






Bodegón con cuenco con naranjas del Curaçao (1634)







Bodegón con frutas (1635-1640) oleo sobre lienzo, Grand Rapids Art Museum








Canasta con frutillas y canasta con ciruelas (1632) Portland Art Museum, Oregon




Escena del mercado con un carterista. Óleo sobre lienzo. Colección privada.
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Artemisia Gentileschi (1593-1656)
Autorretrato como Alegoría de la Pintura, 1630, Colección Real.





Algunas fuentes indican que a los 19 años Orazio la puso bajo la instrucción del pintor Agostino Tassi para que le enseñase perspectiva, ya que las escuelas de Bellas Artes no permitían la inscripción de mujeres. Otras cuestionan que este pintor -que trabajaba en ese momento junto a su padre en la decoración de las bóvedas del Casino Della Rose del Palacio Pallavicini Rospigliosi- haya sido su maestro, teniendo menor talento artístico que Orazio y la misma Artemisia. En 1612, Tassi violó a Artemisia e intentó calmar la situación con promesas de matrimonio que no se cumplieron, ya que resultó ser casado, por lo que Orazio inició un juicio en su contra ante el Tribunal Papal. El proceso, que duró siete meses, fue tremendamente humillante y traumático. Artemisia relató con crudeza los hechos de su violación -testimonio que se conserva en los registros de la época-, fue sometida a exámenes ginecológicos y se le aplicaron instrumentos de tortura en los dedos para comprobar la veracidad de su relato. En el transcurso se pudo comprobar también que Tassi intentó asesinar a su esposa, a quien consiguió por violación, cometió incesto con su cuñada y quiso robar unas pinturas de Orazio, y por todo esto fue condenado a un año de prisión y el exilio de los Estados Pontificios. Para restablecer su honra, Artemisia contrajo matrimonio con un modesto pintor, Piero Antonio Stiattesi, un mes después del juicio. Posteriormente, en su obra “Judith decapitando a Holofernes” (1612-1613), se dice que la artista reflejó su sufrimiento emocional en el gesto casi placentero y de intensa determinación de Judith al realizar este acto, nunca antes representado de esta manera. Su padre y Agostino Tassi volvieron a ser amigos y trabajar juntos cuando este último recuperó la libertad, hecho que se sumó al dolor y la humillación de Artemisia.
En Florencia, Artemisia tuvo cuatro hijos y una hija. Su éxito como pintora no compensó las dificultades de la mala administración financiera, sumadas a problemas con su esposo. Se supone que por estas razones la pintora regresó a Roma con su hija Prudenzia. Además de esta hija, tuvo otra natural nacida probablemente en 1627. En Roma pudo formar parte de laAccademia dei Desiosi, siendo celebrada con un retrato grabado con la dedicatoria “pincturare miraculum invidendum facilius quam imitandum”.
A pesar de los honores, Roma no fue muy rentable para la artista, por lo que se trasladó a Venecia entre 1627 y 1630, donde está documentado que recibió grandes homenajes alabando la calidad de su pintura. Es probable que de este período sea el “Retrato de un gonfaloniere”, único ejemplar de retrato, actualmente en Bolonia, “Judith con su doncella”, que muestra su maestría en los efectos de iluminación con velas, hoy en el Detroit Institute of Arts, la “Venus durmiente” y “Esther y Asuero”, obra que muestra la influencia de la iluminación de la escuela veneciana, hoy ubicada en el Metropolitan Museum of Art.


En 1630 viajó a Nápoles, donde permaneció por el resto de su vida, exceptuando una breve residencia en Londres. Fue muy apreciada por personalidades como el Virrey Duque de Alcalá y los artistas que allí residían, sosteniendo una gran amistad con el pintor Máximo Stanzione. Allí pintó la “Anunciación” que se encuentra en el Museo de Capodimonte, y por primera vez recibió encargos de cuadros para una catedral, dedicados a San Genaro en el Anfiteatro de Pozzuoli. Pintó también el “Nacimiento de Juan Bautista” que se halla en el Museo del Prado y “Corisca y el sátiro”.



En su breve período en Londres, donde fue en 1638 a reunirse con su padre en la corte de Carlos I de Inglaterra, ayudó a Orazio a decorar un techo en la Casa delle Delizie de la reina Enriqueta María de Francia en Greenwich con una alegoría del “Triunfo de la Paz y de las Artes”. La colección de Carlos I incluye un “Autorretrato como la Alegoría de la Pintura” de Artemisia.



Orazio murió en 1639 y Artemisia abandonó Inglaterra hacia 1642, justo cuando allí se iniciaba la guerra civil. Vivió sus últimos años en Nápoles, donde se pensaba que había muerto hacia 1652 o 1653, pero recientemente se han encontrado registros de que todavía recibía encargos en 1654, aunque ya dependía para ejecutarlos de su asistente Onofrio Palumbo. Algunas obras de este período son una nueva versión de “Susana y los Ancianos”, hoy en la Moravská Galerie de Brno, y “Virgen con el Niño y un Rosario”, que se encuentra en el Escorial.


Es probable que la artista haya muerto durante la plaga que hubo en Nápoles en 1656, y fue prácticamente olvidada después de su fallecimiento. Roberto Longhi, en un ensayo titulado “Gentileschi, padre e hija” del año 1916 manifiesta sobre Artemisia que fue “la única mujer en Italia que alguna vez supo algo sobre pintura, colorido, empaste y otros fundamentos”. Las expresiones de Longhi, aunque tienen un tinte machista y son totalmente cuestionables, puesto que anteriormente existieron otras pintoras exitosas, como Sofonisba Anguissola, Lavinia Fontana y Fede Galizia, contienen una valoración de la estatura de esta gran artista, a pesar de lo cual no se generó un verdadero interés en ella hasta épocas más recientes en las que inspiró a escritoras, dramaturgas y cineastas.


Susana y los ancianos (1610) Colección Schönborn, Pommersfelden.

Judith decapitando a Holofernes (1612-1613), Museo de Capodimonte, Nápoles.


Retrato de un confaloniero (1622) Palaciode Accursio, Bolonia.

Autorretrato tocando el laúd (1615-1617)

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Elisabetta Sirani (1638-1665)
Autorretrato como alegoría de la Pintura (1658) Museo Pushkin, Moscú.


Bolonia es reconocida como la ciudad que produjo mayor cantidad de pintoras en el siglo XVII, hecho que se debe en parte a que allí la mujer logró muchos avances en el reconocimiento de sus derechos. Fue en este lugar donde nació Elisabetta, en el año 1638, y como la mayoría de las artistas de la época aprendió a pintar con su padre, Giovanni Sirani -seguidor del estilo de Guido Reni- aunque este en principio rechazara la idea de que su hija se convirtiese en pintora. Afortunadamente, la joven recibió el apoyo de quien luego sería su biógrafo, el conde Carlo Cesare Malvasia, comenzando su desarrollo como pintora en el año 1650.

Elisabetta trabajaba con asombrosa rapidez. Su taller llegó a ser visitado por amantes del arte de toda Europa, interesados en presenciar su proceso pictórico. Se cuenta que muchos dudaban que ella pudiera realizar con tanta rapidez una obra, por lo que llegó a convocar a los incrédulos el 16 de mayo de 1664 para que fueran testigos de su manera de pintar.


La pintura, el dibujo y el grabado no fueron las únicas actividades cultivadas por esta artista; también incursionó en la música y la poesía. En todos estos ámbitos desarrolló sus obras en torno a temas históricos y religiosos. También realizó retratos, pero lamentablemente ninguno ha sobrevivido, salvo sus autorretratos.

El estilo de su pintura difiere un poco del de sus dibujos a lápiz y tinta, caracterizados por fuertes contrastes de luz y sombra. En concordancia con la escuela clásica boloñesa, en su pintura suaviza más los contrastes con sombras tostadas. La composición es simple, la pincelada rápida. Algunos califican su estilo como de tendencia decorativa y otros también han notado dificultades en sus dibujo anatómico, tal vez por no poder representar desnudos con modelos vivos.
Como legado, esta artista no sólo dejó sus obras. También tuvo el mérito de haber fundado una Escuela de Arte para mujeres a la temprana edad de 14 años, de donde surgieron varias pintoras profesionales, entre las cuales se encontraban sus dos hermanas menores, Anna María y Bárbara.


Retrato de Beatrice Cenci.

Retrato de Anna Maria Ranuzzi Marsigli como Caridad (1665) Óleo sobre lienzo, Bolonia.


San Jerónimo, Óleo sobre lienzo, colección privada.


Judith con la cabeza de Holofernes, óleo sobre lienzo, Lakeview Museo de Artes y Ciencias, Peoria.

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